Motivar a los hijos a estar en movimiento
Vivimos épocas actualmente, incluso pre pandemia, donde nuestros niños están cada vez más quietos. ¿Los motivos? Muchísimos. Padre y madre que trabajan muchas horas y hace que los niños estén en el colegio todo el día, situación de inseguridad que no permite que los niños salgan solos a jugar a un parque o la vereda, avance del entretenimiento a través de la tecnología el cual es cuasi adictivo, entre otros motivos.
La aparición del CoVid 19 y las medidas que se tomaron para intentar controlarlo, solamente han agravado lo antes nombrado. Niños sin ir a la escuela, con clubes cerrados, restricciones de movilidad y actividades deportivas suspendidas, muchas horas de pantalla para la educación formal y para entretener y mantener a esos niños dentro de sus casas.

Esta realidad hace que los más chicos se muevan muy poco con los perjuicios que ello supone para su desarrollo y su salud. Si a esto le sumamos una mala alimentación, lo cual también es muy frecuente, los resultados son pésimos. Índices de obesidad infantil cada vez más altos, enfermedades asociadas al sobrepeso, carencias en el desarrollo muscular, adquisición de malas posturas, bajísima estimulación de habilidades motrices básicas, falencias coordinativas, etc.
Los seres humanos estamos hechos para estar en movimiento, y en nuestros primeros años, precisamente la etapa de la niñez, es cuando nos vinculamos de esa manera con el mundo exterior, lo conocemos y así aprendemos. Por tal motivo, el estar quietos es una situación que va contra nuestra esencia.
Quienes somos padre o madre, tenemos la responsabilidad de estimular a nuestros hijos a que se pongan en acción! Promover el movimiento y generar condiciones para que esto ocurra.
Conozco la realidad y coyuntura de la mayoría de nosotros, con días largos, complicaciones en la vida cotidiana y muchas veces la dificultad para encontrar un ratito para compartir con nuestros hijos moviéndonos. Pero no hay excusas, si tenemos tiempo para mirar una serie o estar con el celular horas en redes sociales, debemos tener tiempo para dedicarle a los pequeños. ¿Haciendo qué? Todo sirve, ir caminando a hacer los mandados en su compañía, salir a dar un paseo en bicicleta, agarrar una pelota e ir un rato al parque, llevarlos a una plaza a usar las hamacas, el tobogán o el pasamanos, ayudarlos a que trepen un árbol, estimularlos a que se muevan. Si tenemos la posibilidad de que hagan actividad deportiva, excelente, mejor aún! La iniciativa debe partir de nosotros los adultos. No hay que ser profesional de la Educación Física para tener claro que esto solamente será positivo en su desarrollo, debemos intentar que se incorpore como hábito y no como excepción.
Imponer el movimiento y hacerlo costumbre, hará que nuestros niños desarrollen mejor sus habilidades motrices, sean más coordinados, mantengan el peso corporal adecuado para su edad, se vinculen con sus pares mediante el juego o la práctica deportiva y logren una mejor funcionalidad. Asimismo tendrán un mayor gasto energético, cansándose “sanamente” y logrando un mejor sueño nocturno…y algo muy importante…tendrán la actividad física como hábito para cuando sean adultos, colaborando este aspecto a que sean más saludables logrando llevar adelante una mejor calidad de vida.
Tengamos claro los adultos responsables, que promover el movimiento en sus diferentes formas, es parte del desarrollo y formación de nuestros niños. A veces nos cuesta visualizarlo, pero es tan importante como llevar adelante una alimentación balanceada, acudir a los controles médicos periódicamente o cumplir con los procesos de educación formal. Por todo lo dicho, dejemos de lado las excusas, hagamos tiempo en nuestras rutinas diarias y a mover a esos niños que será beneficioso para todos!
Mariano Francescoli.